martes, 23 de noviembre de 2010

socia

Me gusta la que se queda sentada, la mudita, la que no dice nada y mantiene las piernas cruzadas, ahí, calentando el asiento en una esquina del salón a oscuras, mientras luces de todos colores giran y le pintan la cara de cumbia, reggaeton o lo que venga, porque ella es así, se planta casi muerta sin importar el ritmo, es una fiel seguidora del no movimiento, silenciosa, discreta, con su vestido blanco y turquesa que le llega hasta las rodillas, los zapatos sin taco, la cara sin onda, la cabeza recostada sobre su mano izquierda, me gusta ella porque parece aburrida, tiene algo para ocultar, tal vez sea de esos jugadores que sólo sirven para el segundo tiempo, da igual, pero me simpatiza por misteriosa, por enigmática, por mezquina y porque podría bailar como cualquiera -como una estúpida y fingir que sigue borracha, que la dejó un tipo, que hoy tiene ganas de, y como nadie se lo impide, lo hace-, pero no, ella se contiene, allí, dentro de su cuerpecito blanco, el flequillo bien cortado y recto, tiene pinta de paciente psiquiátrica, de socia fundadora del fans club de Amigos del Rivotril, tal vez ahora mismo esté sedada, o quizá esté neutralizada por la espina certera que le avisa que su facha de reventada y de negada y de con vos no bailo, es lo que la vuelve un tanto más interesante.-
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(imagen extraída de aquí)

1 comentario:

Nina Regina dijo...

o quizás es simplemente una esfinge sin misterio...