miércoles, 3 de noviembre de 2010

terminaros

Pensé en una forma ingeniosa de lastimarte: revolver el morbo poético para no caer en la bajeza de tus acompañantes nocturnos, los tipos que nunca existieron con los que tejés historias que nunca existieron. Se me ocurrió que sería una buena idea mojarle la oreja a tu distinguidísimo ego perfumado de Dolce & Gabbana, maquillado con estilo y estoicismo veterano, camuflado de salvaje compasión de maestra jardinera. Pero no. Para qué. Resulta vil caer en lo masculino de la revancha inmediata y desproporcionada. Tampoco voy a salir a cogerme a tus amigas -en su mayoría, maestras jardineras-. En primer lugar, porque es algo que esperarías de mí, y en segundo lugar, porque es algo que yo también esperaría de mí, por lo tanto, descarté un ataque cantado, agresión gratuita que implique un profundo contacto físico con gente en común. Pongamos así un manto de códigos mínimos, para no terminaros cogiendo los unos a los otros, como en los viejos tiempos y como si todo estuviese de jolgorio y fiesta en casa. Por el contrario, se me antojó escribirte algunas líneas, con tan poco tino que no creo ser exagerado si digo que jamás te pensé de un modo tan sentido, romántico y honesto. Por esa misma razón, preferí descartar la evidencia de nuestros buenos momentos. Pasaba el tiempo entonces buscando una elocuente forma de sonreirle a tu ancho de espadas, hasta que recordé algo que en verdad te molesta.
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Eso.-
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(imagen extraída de aquí)

2 comentarios:

Tit- dijo...

Cada día escribis mejor. Sin duda.

Anónimo dijo...

si, mejor cambiemos de tema...el género despecho está agotado