Elegí, dijeron las dos a coro. ¿Por qué? pregunté, atentando contra las buenas costumbres, siglos de una verosímil conciencia de monogamia, la reunión familiar, la estabilidad emocional -y funcional- en las relaciones y la comodidad del hogar que mi abuela siempre quiso para mí. Lo que yo hacía no era otra cosa que honrar la promiscuidad y los bajos hábitos, frente a mis dos mujeres que ahora miraban obligando a perder a la mitad de ellas. "Elegir es descartar todo menos uno", me habían enseñado las monjas en el colegio. Qué pensarán las monjas de lo versátil de mi sexo. Adivino la excomunión, el reproche y una envidia que jamás es sana. ¿Y sino elijo qué?, esgrimió mi rebeldía recién adquirida en El Mundo del Juguete. No contestaron. off side, pensé. Pero entonces se miraron confundidas, y en silencio, se entendieron. Se tomaron de las manos, se acercaron, lamentaron, decidieron: se besaron en la boca y no volvimos a vernos.-
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(imágen extraída de aquí)
1 comentario:
y se hubiecen puesto como locas las monjas yo fui a colegio catolico y eran insoportables!
Salutes desde SCI TERROR
H
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