Último final de la carrera: si el profesor no es un auténtico hijo de puta, te sentás con tu traje y tu corbata impoluta y saludás con un apretón de manos, y ya que el día está lindo y tus familiares esperan afuera, comentás que perdiste los primeros miedos al examen oral porque, no por casualidad, ese será tu último final antes de aguardar seis meses para tener tu credencial y comenzar a cagar gente, pero esta vez, con un título universitario que acredita la mentira y que faculta cobrar y ser llamado "doctor". Piribim, piribim, dos o tres cositas, preguntas fáciles y el tipo te aprueba. Bien el tipo, entiende que por ser el último examen, él será el último profesor y mejor tener un buen recuerdo de la carrera. Afuera decís que aprobaste, y pedís que todavía no te tiren ni huevos ni manteca ni ketchup ni mucho menos harina, porque ese es el único traje que tenés y si se mancha, no vas a poder ir a tribunales. Familia y amigos comprenden. Familia y amigos esperan afuera. Te cambiás, salís, levantás los brazos como diciendo ya soy abogado, no vuelvo a pisar esta facultad de mierda y ahí nomás la abuela te acomoda un huevazo en el omóplato. Qué linda la nona, estuvo bien, con reuma y todo se prende en la joda. Ese primer bautismo amarillo y viscoso, es señal de que comienza la guerra todos contra uno, entonces una monada de conocidos y algún que otro vago que cruzaba por ahí, te tiran mezclas olorosas -hechas a base de meo, caca de rottweiler, vinagre y vaya uno a saber qué otras porquerías y fluidos- al grito de al fin te recibiste, tarambana. Tus hermanos te envuelven en cinta aisladora, padre y madre colaboran con el sacrificio sacándote el pantalón de jogging y la remera, y los amigos se deshacen de tu ropa interior, mientras pedís pará, dale, no se zarpen. Una vez desnudo, te pintan bigotes con marcador indeleble, y te tiran hacia arriba, una, dos, tres veces, y en la cuarta te tiran pero no te agarran, cosa de que caigas de trompa contra los escalones de la facultad de Derecho. Cuando se dan cuenta de que no te movés por alguna fractura expuesta, se acercan a vos y siguen tirándote harina, mayonesa y arroz. Atado y desnudo, apenas podés gemir, apenas respirar unos segundos podés, porque se acercan y comienzan a patearte las costillas y la cabeza. Lo hacen por unos diez minutos, hasta que ven tu vómito de sangre caer por los escalones de piedra. Ya cansados, los muchachos se retiran. Todo parece haber concluido. Lindo recibirse. La abuela se acerca y te parte su bastón de madera en la cabeza. Ah, y feliz recibimiento, nene, ¿O debo decirle doctor? lo espero el domingo en casa para comer los ravioles con tuco que a usted tanto le gustan.-
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6 comentarios:
Ey, creo que este es uno de los que más me gustó. Creo que escribís muy bien, creo que ya te lo dije, pero creo que está bueno decirtelo. No sé porqué, pero esta frase: "la abuela te acomoda un huevazo en el omóplato", me sacó la risa ruidosa. saut!
Un estudiante de derecho no merece menos.
Tuve una novia que estudiaba derecho, uno de los profesores se refería a los varones de la clase como "corbatas rayadas" haciendo referencia a que, le parecía a él, que la corbata a rayas era la primera que utilizaban los jóvenes estudiantes para hacerse los pijos. Además, claro está, se las tiraba despectivamente.
Riome.
Jajajaja! Me acabo de acordar de tu video de la recibida de TEA... No me quiero imaginar lo que va a ser cuando te recibas de abogado...
Besos!
meencantan los disparos de lucidez.
siempre acertados.
muy (a/e)fectivo!
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