lunes, 21 de julio de 2008

bisonte

El chocolate se funde a los ochenta grados centígrados y siempre me duermo veintisiete minutos más tarde del último sexo con una misma mujer. Es automático, inevitable y hasta deportivo. Como fumar mientras te espero, o chocar con un tema de Silvio Rodriguez en el random del iPod. Qué pensará Silvio de todo esto. A quién mierda le importa.
Treinta minutos más tarde de los primeros treinta minutos de haberte esperado, rasguño la conclusión de que sos una imbécil hipócrita hipocondríaca. Sí, y te lo voy a decir. No, es claro que no te lo voy a decir. Comienzo a pensar -otra vez- lo difícil de la heterosexualidad, de no saber decirte que no, y lo estúpido que me siento cada vez que sé que tengo razón y vos me decís en la cara sí, tenés razón, con tu sonrisa de sí, y lo volvería a hacer, y yo con mi cara de publicidad de antiespectorante, si bien quiero gritarte no volvamos a vernos nunca más, estoy con otra, no me fastidies, sólo atino a darte un abrazo y balbucear no vuelvas a hacerlo, para darle de comer en la boca, una vez más, a este gran bisonte maloliente que es nuestra relación freak, de a ratos ingenua, nociva y mal parida.
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(imagen extraída de aquí)

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