
Treinta minutos más tarde de los primeros treinta minutos de haberte esperado, rasguño la conclusión de que sos una imbécil hipócrita hipocondríaca. Sí, y te lo voy a decir. No, es claro que no te lo voy a decir. Comienzo a pensar -otra vez- lo difícil de la heterosexualidad, de no saber decirte que no, y lo estúpido que me siento cada vez que sé que tengo razón y vos me decís en la cara sí, tenés razón, con tu sonrisa de sí, y lo volvería a hacer, y yo con mi cara de publicidad de antiespectorante, si bien quiero gritarte no volvamos a vernos nunca más, estoy con otra, no me fastidies, sólo atino a darte un abrazo y balbucear no vuelvas a hacerlo, para darle de comer en la boca, una vez más, a este gran bisonte maloliente que es nuestra relación freak, de a ratos ingenua, nociva y mal parida.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario