Por Salvador Durval
Quiero amanecer con las tres gitanas que la noche de ayer se disputaron mi cama en el zapateo, las mismas por las que tuve que pelear a cuchillo limpio, por las que me corrieron tres familias distintas, por las que tuve que gastar suela y suelo y palma, tan sólo para despertar y saber que ahí siguen, que mañana serán otras tres, que se pelearán por el bailaor al sonar de los dedos contra la madera de las mesas en el tablao, los nudillos en sangre y los dedos que se desintegran con el roce del nylon y las yemas, y entonces alguien grita y pregunta mi nombre, pero el bailaor no se detiene, gotas caen de una frente cubierta de cabellos húmedos, el pelo siempre largo que flota en el baile, los aros largos brillan cuando el reflejo de la guitarra y las luces golpean este rostro andaluz, alguien pregunta otra vez mi nombre y se abren paso con cuchillos pero yo no los oigo, el bailaor no deja de bailar y es una pluma en el viento que baten las palmas, y las gitanas ya esperan por mí en un costado, esta noche será una gran noche pero acaso ayer no lo fue, y cada vez más palmas y alguien canta y zapateo y siento el primer frío del cuchillo hundirse entre mis costillas.-
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(imagen extraída de aquí)
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