viernes, 29 de agosto de 2008

miel

Por Mike Polvino
Y después de la indiferencia y el último sexo en la cama marinera, no volví a saber de vos. Miento. Mandaste un mensaje de texto y no te lo respondí porque creí que eso te mantendría interesada en mí. Grave error. Luego de algunas semanas de lamentar haber seguido el jueguito histérico, me decidí una mañana a llamarte para saber qué había sido de esas botas de cuero que alguna vez permanecieron dormidas junto a mis medias rayadas. Pero no llegué a hacerlo, mas grande fue mi sorpresa al despertar ese mismo día con tu voz de animadora de fiestas infantiles, panadero feliz, maestra jardinera en el primer día de clases: ahora eras la cara visible del mayor éxito televisivo y en horario central. Era evidente que estaba destinado a padecer el infame alboroto de tus carcajadas en toda cena, reunión con amigos y los correspondientes comentarios de ellos, y en los canales de chimentos, todos los noviazgos que te inventarían con modelos y futbolistas que jamás ibas a conocer.
Mi mal humor y yo tomamos un café que nunca fue tan amargo. En la calle, adolescentes en camionetas blancas empapelaban Buenos Aires con tu sonrisa ganadora. Avisos publicitarios en revistas de fin de semana adelantaban que tus infinitas piernas iban a dar que hablar en todos lados. Eras la miel del momento, sentada sobre la crema de la crema. Y yo aún condenado al recuerdo de esa noche.

3 comentarios:

Victoria De Masi dijo...

pobre Mike! como debe sufrir las medias raLLadas. Corrija eso NNN, por favor. Quizás por eso no tuvo suerte con esa miel... sean suyos mis cálidos saludos, VV.

Nadie Nunca Nada.- dijo...

gracias amiga viajera.
aunque raya debería ser ralla.
la doble l es más poética.
saludos.-

Victoria De Masi dijo...

tiene mucha razón, amiguísimo, la doble L queda mucho mejor. Pero, son reglas...