Ronda mis manos el fantasma de Roberto Sánchez, aprovechame ahora, querida, que anda cerca este espíritu entre mágico y cínico, fantasma que transpira más de la cuenta por el exceso de peso, respira por un tubo de oxígeno y de a ratos, le canta a las nenas. Ronda entonces en el estudio jurídico, en lo alto de una oficina de Buenos Aires, un fantasma gitano que tiembla, se cae, retumba, salpica, y más que fantasma es un vaho que atrapa bibliotecas y las mueve al grito de quiero llenarme de tí, es un fantasma hermano de Elvis, un hermano con menos anfetaminas pero con más grasa que suerte. Y sus caderas se mueven, ¡oh, gran Roberto! su sombra es un óvalo gigantesco, las luces parpadean, bailan en la oscuridad de una oficina poseída, el fuego brota del empapelado, se incendian los libros de jurisprudencia argentina, Sandro quema los libros, o su fantasma, fantasma inquisidor, secuestrador, violador, ¡oh, Sandro!, ¿qué has hecho? la secretaria a medio excitar se desabrocha los botones de su camisa, pide por el gitano, mientras entre las cortinas y el olor a papel quemado -los vidrios empañados revelan una suciedad que arrastra años-, un fantasma tira una flor roja sobre los escritorios y escapa por entre las persianas de la ventana.
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1 comentario:
Sandro me parece el tipo con menos talento del mundo. Pero supo robar muuuuuy bien.
Saludos a las nenas
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