jueves, 9 de octubre de 2008

Camerún

Yo venía en plena cosecha de alergias, extasiada mi boca de caramelos Cristal, dedos de nicotina y en los oídos Penny Lane. No eran buenos momentos y me esperaste, maduraste la escena con tu sonrisa de viernes a la noche y hasta me regalaste flores -¿me regalaste un ramo de flores? me regalaste un ramo de flores-, me sentí un pelotudo caminando por la calle con media docena de rosas verdes, traídas de Camerún, explicaste para luego inventar una historia tan inverosímil como el beso que nos dimos al final de nuestro segundo encuentro. Me regalaste flores, no podía creerlo: podrías haberme dado caramelos, un llavero, incluso un par de medias, pero fueron flores. Después vino la comida china, cerveza Corona, trenes a la madrugada y taxis con GPS. Llegué a preguntarme en la esquina de mi casa, entre un principio de delirium tremens y la anestesia de haberte conocido, si acaso ya no te quería más de lo necesario. Y recordé las palabras de un imbécil de la tele: el amor jamás alcanza. Y quién carajo habló de amor: me hago montoncito con la mano, me prometo que..., me retracto, contradigo, afirmo, busco, y hasta me doy cuenta de que la puta madre, otra vez el amor.
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(imagen extraída de aquí)

2 comentarios:

Ariel dijo...

Fotograma: una sonrisa de viernes a la noche...con esa imagen me alcanza. Nada más ni nada menos. ¿Cuantas veces pasamos frente a una de esas sonrisas de viernes que no nos corresponen, pero en nuestra mirada vouyeur basta para animarnos?
Me gustó la historia. Rara, urbana, detallista, para esconder lo importante. Otra vez, el asoma su sucia cabeza :)

Y gracias por vistarnos, Juan B.
Por casualidad, ¿vos sos o fuiste alumno de TEA?
Ariel

Nadie Nunca Nada.- dijo...

Ariel:

No sé si contestarte en tu web o acá, así que lo hago en ambos. Sí, estoy en el último año de TEA. Vos egresaste de TEA?
Saludos...