jueves, 23 de octubre de 2008

carne

Tal vez debamos oir de boca de algún atolondrado, pavadas como que la certera puntada que el chueco Falingo le dio a Sosa en el medio del pecho fue un mero reflejo que acompañó la suerte. Los empleados del servicio penitenciario, sentados en una mesa junto a la ventana de un bar de Constitución, intentarán, entre puchos y botellas de cerveza, tejer aunque más no sea, una hipótesis convincente para explicar cómo fue que un marginal ignoto como Falingo mató de una sola cuchillada al viejo Sosa, que no era tan viejo pero tenía la suficiente cancha como para despacharse al nuevo interno de un saque.
Falingo había heredado el excelente manejo de la faca gracias al oficio de carnicero que su padre le enseñara desde chico. Así, vivió la mayor parte del tiempo en ese localcito de González Catán, rodeado de cortes de carne inventados y de azules baldes con grasa. No le daba impresión la sangre, y era capaz de carnear a un hombre. No por nada se enfrentó a Sosa, que lo miró y eso ya fue una provocación. Tampoco se lo vio a Falingo muy nervioso, en el histórico momento en que hundió la faca entera en el pecho de un Sosa que primero, cayó de rodillas con los ojos enormes, para luego convulcionar y escupir la sangre que más tarde, algunos internos mandados por Falingo debieron baldear en el patio del penal de Olmos.
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(imagen extraída de aquí)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ella cuando baila se suele mover con un movimiento sabroso, y a todos los hombres suele enloquecer, con un movimiento sabroso (8) este tema me hace acordar al verano en Paraguay =(, jaja.

Sí, de la gerencia técnica (y de valores negociables) de la Bolsa, te acordas que te había contado q empecé a trabajar ahí?
beso Bautii!

(tengo q leer lo de hoy)
Rebe.

Nadie Nunca Nada.- dijo...

jajajajaja
Rebe! Qué pasó con Dami?
Mi amigo, Damián...
Saludos...