jueves, 30 de octubre de 2008

ramitas

Qué bueno sería que las mujeres dijeran que sí con la misma facilidad con la que prejuzgan;
que se descompusieran los bluetooth de todo el universo, se fundieran en babas azules que hicieran combustión dentro de los oídos de la gente;
que se cayeran -en interminables espirales hacia el cielo- los edificios con oficinas del servicio público;
que volviéramos a las cavernas, a las ramitas y el fuego, a lo primitivo del beso, de la mano, del verde y el agua y la luna;
que no hubiera que buscarle un sentido a todas las letras de Spinetta;
que llovieran desde las terrazas del centro, los costosos libros de la editorial Tusquets;
que te olvidaras de que hay que trabajar para vivir;
que me hicieras el verso una vez más, corrieras la cara cuando quiero darte un beso, y después te entregaras, como siempre, con la certeza de que al fin y al cabo no hay nada mejor que hacerlo.-
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(imagen extraída de aquí)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al final, Don Juancito resultó ser una ternura, jeje. Muy lindas palabras...
Ro.