Si volviste sin que nadie te lo pidiera, gato que come de la ventana del vecino hasta que le cortan los víveres, imagino que es por algo, tan mal no estuve después de todo, tanto no te molestó jugar en la B Metropolitana con este scout de polizones, más bien te dio curiosidad: probaste, te anudé un poquito y caíste, y después bueno, parece que te avivaste de que la cosa pasaba por otros pagos, pero ya eras la capitana, tenías el brazalete y yo ya te había lustrado los botines, palmeado el pecho, besado la frente, eras el emblema del club, pero sé que te pesa tanto afecto, no es fácil pertenecer a esto, metro setenta de ironía y estupidez maquillado con algún que otro caramelo de limón y miel, porque me pertenecías, sí, como una cosa pero más linda, pero yo siempre supe que Batman sin Robin no es Batman, y que el malabarista, el trapecista, si en el salto no hay otro que lo sostenga, sin ese partenaire con sus brazos desparejos, nada vale, ni el traje, ni los botines, ni la camiseta ni el club ni la B Metropolitana ni un carajo, y por eso te quedaste.
Porque pertenecías a algo.-
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