
Nos besamos al costado del Río de la Plata más sucio que jamás yo haya recordado. A los lados, la triste ilusión de los pescadores que sacaban de las aguas muertas olorosas bolsas plásticas de supermercado. Un señor demasiado alto para ser enano -mediría un metro cuarenta-, sacó una mojarrita que agitaba la cola por mero impulso de muerte. Los pescadores lo aplaudieron, en un acto de inexplicable admiración borderline, y el señorito levantó los brazos con pesada resignación. La felicidad de los idiotas: otra vez esa idea en mi cabeza, y te lo digo. Besos. Dejá en paz a los pescadores. Y en medio de una nueva ronda de aplausos por la captura de un nuevo pez, palpo mis labios para comprobar que ya ostento un flamante anzuelo que perfora mi boca.-
3 comentarios:
Está bueno, pescado. Che, agregame a tu blogroll, yo te agrego al mio (effeame que te effeo???)
aveces me supera leerte
salutes dese SCI TERROR
H
Uy! Menos mal que yo aproveché y me fuí a ver REM y Mars Volta, sino capaz terminaba anzuelada en la costanera (la bondiola no! no!)
Día feliz, mes feliz.
El Sr. Stipe y don Omar el mexicano nos dejaron sin aliento de tanta felicidad.
Slds, JB!
Qué estes bien!
Miriam
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